Entre los documentos más valiosos para la investigación genealógica en Puerto Rico se encuentran las probanza de soltería, diligencias eclesiásticas necesarias para acreditar que un pretendiente al matrimonio estaba libre de impedimentos canónicos y civiles. En abril de 1861, en Peñuelas, encontramos un ejemplo fascinante: la probanza de Don Antonio Pérez-Villamil Fernández, natural del Puerto de Vega en Asturias, quien deseaba casarse con Doña Perpetua Amalia Sierra Pérez, hija de Don Juan Evangelista Sierra y Doña Francisca Pérez, vecinos de esta villa.
El origen de los novios
El expediente inicia con la certificación de bautismo de Perpetua Amalia, nacida en Peñuelas en abril de 1841. Por su parte, Antonio, inmigrante asturiano, debía demostrar que era católico, soltero y libre de impedimentos. Como no tenía consigo su partida de bautismo, recurrió al testimonio de varios paisanos suyos residentes en la isla.
Los testigos y su importancia
Tres asturianos —Nicolás Cancio, Domingo Álvarez y Beremundo García— declararon ante el párroco comisionado que conocían a Antonio desde su niñez en el Puerto de Vega, que lo habían visto bautizarse en la parroquia de Santa María y que nunca había estado casado ni profesado religión alguna. Sus testimonios no solo validaron el proceso matrimonial, sino que también nos revelan la existencia de redes de apoyo entre inmigrantes peninsularesestablecidos en Peñuelas y alrededores.
El contexto local
Además de los testigos, el expediente incluye las licencias del padre de la novia y del alcalde de Peñuelas, don Policarpio Echevarría, así como la aprobación final del Provisor y Vicario General en San Juan. Todo ello muestra la formalidad y el detalle con que la Iglesia y las autoridades coloniales vigilaban la legitimidad de los matrimonios.
Valor genealógico
Para el genealogista, este tipo de expediente es oro puro:
Confirma la filiación y el lugar de origen de los contrayentes.
Registra nombres de padres, padrinos y testigos.
Refleja la movilidad de los asturianos hacia Puerto Rico y su integración en familias locales como los Sierra y Pérez.
Nos permite vislumbrar cómo, más allá de los nombres, existían comunidades trasatlánticas que se apoyaban entre sí en momentos clave de la vida.
Conclusión
La probanza de soltería de Antonio Pérez Villamil y Perpetua Amalia Sierra nos recuerda que cada matrimonio no era solo un acto de fe y compromiso, sino también un procedimiento legal y social que dejaba huellas documentales. Para sus descendientes y para quienes estudian la historia de la emigración asturiana a Puerto Rico, este expediente de 1861 es una pieza fundamental que enlaza genealogía, migración y vida comunitaria en el siglo XIX.
Fuente:
- Archivo Historico Arquidiocesano de San Juan, Justicia, Certificaciones, Peñuelas, Caja J-180